III Domingo de Pascua C

Apr 29, 20192 min read

Updated: Aug 20, 2019

ES EL SEÑOR | Jn 21,1.19

El Señor resucitado dice a sus discípulos que vayan a Galilea, que allí les espera. No les da un lugar ni una hora... ellos van buscándolo sin saber cuándo ni en dónde lo volverán a ver.

Ya en Galilea, se repite un episodio... después de salir de pesca, regresan sin haber pescado nada. Pero ven a lo lejos aun hombre en la orilla del lago que les dice que vuelva a echar las redes mientras aguarda con pan y con pescados. El resucitado no tiene la misma apariencia que el maestro que había compartido con ellos los últimos años. Lo reconocen en sus gestos... Por eso, Juan dice a los otros al oírlo: ¡Es el Señor!!... Y Pedro, impulsivamente, a penas vestido, se echa al agua tratando de llegar a la orilla antes que la barca. Qué impresión, ¡verdaderamente es el Señor! Ellos lo reconocen en gestos, cotidianos, preparando la comida para ellos... Luego el Señor llama a Pedro y le pregunta tres veces si lo ama. El mismo número de veces en que Pedro lo había negado antes. Las dos primeras dice te amo, pero a la última, al reconocer Pedro que lo había negado tres veces antes, dice: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.

El Señor no llama a los perfectos, no lo somos. Nos llama con nuestras debilidades y pecados, con nuestras dudas e inseguridades, así nos llama. Si no, fijémonos en Pedro, cabeza de la Iglesia.

Pidamos al Señor que nos haga capaces de reconocerlo y que seamos capaces de amarlo con humildad, sin falsas seguridades, sabiendo que somos débiles y que somos podemos fallas en nuestra misión, pero, poniendo la confianza en él, la fidelidad es posible.